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Ribera del Río Miño, una Oda al recetario tradicional y de producto

La elegancia de su puesta en escena y de su equipo, y el respeto al producto y al cliente, convierten este restaurante en referente de la restauración en Canarias

Locos por la gastronomía by Luz Cappa

No cabe ninguna duda de que Ribera del Río Miño es un referente de la restauración en Canarias, ese tipo de restaurante donde iría a comer todos los días y nunca me cansaría, pues lo mismo bordan un arroz con bogavante o unas angulas al ajillo, que una lubina a la sal, un carré de cordero, unas lentejas o un cocido madrileño,incluso una sencilla ensalada de lechuga, tomate, cebolla y atún tiene aquí mucho arte. Productazo traído expresamente de todos los rincones de España, desde Galicia y sus excelentes carnes, pescados y mariscos; a Andalucía con sus gambitas de Huelva; o Segovia y Ávila con sus excelentes corderos y lechazos, sin olvidar pescados, frutas y verduras autóctonos, porque lo importante es la calidad, venga de donde venga.

Gajes del oficio (pero del oficio del bueno), pues todos los cocineros saben el punto óptimo para cada producto, ya sea carne, pescado, marisco, legumbres, verduras, o frutas; sin olvidar que los camareros son grandísimos profesionales, educados, atentos, amables, con una forma de dirigirse al cliente que gusta, siempre pendientes pero sin agobiar ni molestar.

Es de esos lugares a los que le sobra clase y calidad por un tubo, empezando por Lavinia Cardoso y Tero Afonso, sumiller y maitre, (tanto monta, monta tanto); siguiendo por el resto del equipo en sala y en cocina, y terminando por su actual propietario, Miguel Pulido, sobrino del tristemente fallecido don Rafael, (mira que era buena persona y trabajador ese hombre), que estuvo al pie del cañón hasta el último día de su vida.

CADA DÍA , UN PLATO TRADICIONAL 

Decía que en Ribera del Río Miño da gusto ir siempre porque aquí sabes que todo va a estar rico y que pidas lo que pidas para comer y para beber (la bodega es espectacular, con las mejores referencias del mercado), la calidad siempre es constante. 

Pero hoy vengo a contarles que le estoy cogiendo un gusto irresistible a esa hermosa barra, ágil, divertida, siempre a tope. Y más aún desde que me he aficionado a pedir el plato del día con una caña o una copa de vino, espectacular forma de darte una alegría a menudo y ver muchas caras conocidas de la sociedad y el empresariado de la isla. 

Háganme caso y tomen nota: los miércoles el cocido madrileño es de traca, un platazo de sopa con mucha sustancia y cabello de ángel (fideos muy finitos, para quien no lo sepa), seguido de su enorme ración de tocino, morcilla, repollo, chorizo, carne, garbanzos, calabaza, papa... prácticamente imposible que te lo acabes de una tacada.

Los jueves le toca el turno al estofado de carne, con su zanahoria, sus papas y una salsita tan deliciosa y espesa que no te queda más remedio que ponerte a mojar pan de forma compulsiva. 

Los viernes tienen cazuela de almejas con fideos, y el resto de los días, sancocho y unas lentejas que resucitan a un muerto.

Una forma maravillosa de alimentarnos a muy buen precio en uno de los mejores restaurantes de la ciudad. 

BERMEJO SECO

Hoy me he dado el gustazo de comerme el estofado de carne con verduras con una buena copa de Bermejo seco, pero mira que está bueno este vino distribuido por Moliá Restauración, uva malvasía de Lanzarote que es una golosina, más aún si te lo sirven como aquí, en una copa maravillosa de cristal con base ancha y cuello más estrecho. Todos los detalles suman, desde las impolutas servilletas blancas de hilo, hasta las preciosas champaneras donde reposan las botellas con hielo.

Eso sí, me encanta ese potito con caldo gallego que te ponen sin pedirlo al sentarte, un detalle de la casa que se ha convertido en un clásico y que te abre el apetito a la vez que reconforta. Un placer que disfruto siempre que puedo.